Se necesita de una verdadera implementación de la seguridad en las ciudades. El hampa tiene acorralados a las personas de bien y quienes orientan al país, no hacen nada para impedirlo. Las cifras de criminalidad se desbordan y el Gobierno solo se preocupa por la guerrilla, que junto con los paramilitares y el narcotráfico, solo representan el 15 por ciento de los homicidios que se cometen en Colombia.

El Congreso Nacional está en mora de buscar que se cumpla el más importante derecho de los colombianos, su derecho a la vida. Y ello implica invertir en seguridad ciudadana en las urbes, donde los delincuentes hacen lo que les da la gana ante unas autoridades impotentes.

Frente a los riesgos y la inseguridad que generan la naturaleza, los accidentes, la violencia, la delincuencia y otros agentes que afectan la vida, bienes y salud de las personas el Congreso debe legislar para proteger a los ciudadanos.

Pareciera que para los senadores y representantes lo importante es poder ir a las fincas y no lo

 que sucede en las ciudades donde muchos confían en su buena suerte, porque el Estado es incapaz de protegerlos; o atenerse a que lo malo solo le sucede a los demás.

Los legisladores y los funcionarios y los altos funcionarios públicos a quienes les corresponde la seguridad democrática, parecieran no ser conscientes del estado actual de inseguridad ni de los peligros naturales o accidentales que amenazan a la sociedad en las ciudades sitiadas por los maleantes, y tal vez solo cuando, por desgracia, ellos o sus familiares lleguen a ser víctimas de la violencia y la delincuencia, entenderán la realidad y a lo mejor al querer tomar medidas correctivas a sus imprevisiones legislativas, sea demasiado tarde, pagando su error con su vida o la de sus llegados.

Usted y los suyos se preocupan por este tema que comparten la mayoría de las familias: La inseguridad; pero que pareciera que el gobierno ni los congresistas lo ignoran. Alguien me decía, “es que como ellos van entre guardaespaldas, qué les va a importar lo que le suceda a los ciudadanos “de a pie”.

El deterioro de las condiciones sociales y morales, la intolerancia y la impunidad, generan más inseguridad, obligando a defendernos por nosotros mismos ante la impotencia de las autoridades contra los riesgos que amenazan nuestra vida, salud y bienes que tanto nos ha costado conseguir.

El próximo Congreso de Colombia debe entender que para los colombianos no hay nada tan importante como la seguridad de nuestros hijos y de nuestra familia y que se debe hacer algo para que no siga creciendo la inseguridad ciudadana, que no democrática.